Por Luz Helena Cordero Villamizar

En la historia no contada de la literatura abundan las escritoras que heredaron obras inmortales a la humanidad y que tardaron muchos años, a veces siglos, en ser reconocidas. Ellas leyeron el momento histórico y entendieron que no les era propicio. No obstante, forjaron una obra con altura y persistencia. ¿Por qué gran parte de las buenas escritoras no figuran en los numerosos tomos de la literatura universal? ¿Por qué solo aparece un puñado de ellas en algunas antologías? ¿En dónde están? ¿Quién las borró? Las respuestas están en la historia, en los autores de esa historia y en el modo en que esta ha sido contada.

Es una verdad a gritos lo que nos dice Clara Janés: durante siglos, de manera sistemática, deliberada e injusta, la voz literaria de las mujeres ha sido acallada e ignorada. Sin duda ha sido un tema de poderes. Dioses y sacerdotes, filósofos y políticos, historiadores y guerreros, padres, hermanos, hijos y esposos, incluso ángeles, han hecho de Ella una estatua de sal o sal evaporada. Los privilegios de clase favorecieron a algunas, la condena y la censura marcó a otras. El oficio religioso fue propicio para que se acercaran a los libros y lograran reconocimiento o tristemente quedaran clausuradas. Unas fueron tratadas como locas, brujas o putas, las más no tuvieron acceso a la educación y su posible talento quedó sepultado en la nada. Fray Luis de León, el traductor del sublime “Cantar de los cantares” de Salomón, esos versos en donde se ensalza tanto a la mujer, lo dijo de este modo: «Porque así como la naturaleza […] hizo a las mujeres para que, encerradas, guardasen la casa, así las obligó a que cerrasen la boca».

Las voces femeninas siempre han dado cuenta de lo que ocurre en su tiempo y es claro que todas las épocas han sido convulsas para ellas y su verbo. La escritura ha sido su ejercicio de resistencia.

La imagen de portada corresponde a “Justicia” (1942) de la colombiana Débora Arango [Medellín, 1907 – 2005] la primera pintora colombiana de desnudos. En su obra predominan agudos temas de denuncia social, el papel y situación de la mujer en la sociedad, con sus intensas e confrontadoras pinceladas.

MARINA IVANOVNA TSVIETÁIEVA

(Moscú, 1892- Yelábuga, 1941)

GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANEDA

(Santa María de Puerto Príncipe, Cuba, 1814 – Madrid, 1873)

ROSARIO CASTELLANOS

(Ciudad de México, 1925 – Tel Aviv, 1974)

El nombre de Marina Tsvietáieva, ignorado por mucho tiempo, renace con más fuerza cada día. Desde muy joven padeció el régimen soviético que marcó el sino de la tragedia que rodea su nombre: en los peores años del terror estalinista su familia fue condenada a los campos de concentración, al hambre y a la muerte. Y cuando todos los caminos se le cerraron tomó su última decisión. Así lo dejó escrito en su diario: «Tengo mala conciencia de estar viva. El heroísmo del alma es vivir; el del cuerpo, morir… Caí en un callejón sin salida». Fue descrita como una mujer apasionada y de espíritu rebelde y «espartano»….

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Sobre Marina Tsvietáieva

El nombre de Marina Tsvietáieva, ignorado por mucho tiempo, renace con más fuerza cada día. Desde muy joven padeció el régimen soviético que marcó el sino de la tragedia que rodea su nombre: en los peores años del terror estalinista su familia fue condenada a los campos de concentración, al hambre y a la muerte. Y cuando todos los caminos se le cerraron tomó su última decisión. Así lo dejó escrito en su diario: «Tengo mala conciencia de estar viva. El heroísmo del alma es vivir; el del cuerpo, morir… Caí en un callejón sin salida». Fue descrita como una mujer apasionada y de espíritu rebelde y «espartano».

Amó la poesía e hizo de ella la esencia, la armazón, el todo de su vida. Confiesa que la lírica le servía «como fe y verdad, me salvaba, me llamaba… y daba color a cada hora a su modo, a mi modo». Su tono es romántico y elegíaco, ardiente. Tiene urgencia de nombrar, de pasarlo todo por la sal de las palabras, de descubrir, de volver a crear el mundo. Dialoga con los clásicos griegos y rusos, es adicta a la belleza. Cree en la contemporaneidad del arte, en que el valor de una obra es universal y siempre estará interpretando y diciendo ilimitadamente a los siglos venideros. El verdadero arte no caduca ni es local: «Después de haber dado todo a su siglo y a su país, otra vez lo da todo a todos los países y a todos los siglos. Después de haber mostrado al máximo su país y su siglo muestra ilimitadamente todo lo que es el no-lugar y el no tiempo: el para siempre.»

No obstante, menospreció la trascendencia de su propia poesía. Así escribió a quien la leería un siglo después: A ti, que nacerás dentro de un siglo, / cuando de respirar yo haya dejado, / de las entrañas mismas de un condenado a muerte, / con mi mano te escribo. / ¡Amigo, no me busques! ¡Los tiempos han cambiado / y ya no me recuerdan ni los viejos! / ¡No alcanzo con la boca las aguas del Leteo!

Hoy, más que nunca, su voz recobra toda su fuerza y su luz. Por un pálpito poético, Rainer María Rilke la consideró el reflejo de una gran estrella.

EL POETA

1

Él poeta trae de lejos la palabra.

Al poeta lo lleva lejos la palabra.

Entre sí y no, por baches indirectos

de parábolas, signos, planetas,

hasta lanzándose desde el campanario

agarra un garfio, pues el camino del cometa –

es el camino del poeta. Casuales eslabones

ése es su enlace. ¡Mirar las estrellas

de nada sirve! En el calendario

no se pronostican los eclipses del poeta.

Él es el que desordena los naipes,

falsea el peso y las cuentas,

el preguntón en el pupitre,

el que a Kant para el arrastre deja.

El que en el pétreo foso de la bastilla

es como un árbol que crece en su belleza…

Aquel de huellas – siempre desaparecidas.

El que es el tren al que cualquiera

llega tarde –

– su camino es el de los cometas –

El camino del poeta: arde pero no calienta,

arranca pero no cría – estalla y se quiebra.

¡Tu camino es el de enredadas cabelleras,

no pronosticado en el calendario, poeta!

8 Abril de 1923

2

SON EN EL MUNDO LOS SUPERFLUOS, LOS SUPLEMENTARIOS,

los no inscritos en lo que la vista abraza.

(Los no escritos en vuestros vocabularios.

Para ellos el foso de la basura es casa.)

Están en el mundo desnudos, despedidos,

tachuelas son a vuestras orlas de seda,

son el estiércol – los enmudecidos –

la suciedad que repugna a las ruedas.

La apariencia en el mundo donde no se ve:

(¡Su marca: granos leprosos!)

Hay Jobs en el mundo que

de Job serían envidiosos –

cuando: los poetas con los parias rimamos,

pero, sobresaliendo de la orilla marcada,

a los dioses las diosas disputamos

¡y a Dios la Inmaculada!

 22 Abril de 1923

 

3

¡QUÉ PUEDO HACER, CIEGA E HIJASTRA

en un mundo donde cada uno es padre y vidente,

donde sobre anatemas pasa el espanto

como sobre terraplenes! Donde la gente

resfriado llama – ¡al llanto!

¡Qué puedo hacer – por decisión y providencia

cantora! – ¡Tal cable! ¡Bronceado! ¡Siberia!

¡Como por un puente – por mi alucinamiento!

Con su ligereza

en un mundo de pesos.

¡Primera y cantora, qué puedo

en un mundo donde lo más negro es – grisura!

¡Donde la inspiración en termos va metida!

¡¿Con esta desmesura

en un mundo de medidas?!

22 Abril de 1923

***

Tomado de: Antología. 100 poemas. Traducción de J L Reina Palazón. Editor digital: titivilus. E Pub base R1.2, 2009.

 

 

A BORIS PASTERNAK

DISTANCIA: MILLAS, LEGUAS…

nos dis- tribuyeron, nos dis- persaron,

para que cada uno estuviera callado,

en dos rincones diferentes de la tierra.

Dis- tancia: lejanías, leguas…

Nos des- pegaron, des- soldaron,

las dos manos nos separaron, crucificados,

y no sabían que esto – son ligazones

de inspirados y los tendones…

no se malquistan, – diseminados,

diferenciados …

El muro, barrancones.

Como águilas – distanciados –

conspiradoras: lejanías, leguas…

no desolados – extraviados.

En los tugurios de toda la amplia tierra

nos metieron como huérfanos.

¡¿El cuánto – pero el cuánto – de marzo?!

¡Como baraja de carta – nos desbarajaron!

 24 Marzo de 1925

 

***

Tomado de: Antología. 100 poemas. Traducción de J. L. Reina Palazón. Editor digital: Titivilus. EPub base R1.2, 2009.

 

 

[¡DOS MANOS LEVEMENTE CUBREN…]

¡Dos manos levemente cubren

la cabeza de una niña!

Me regalaron dos cabecitas,

una para cada mano.

 

Y al apretarlas con furia

–cómo pude hacerlo–

arrebaté la mayor a las tinieblas.

No pude proteger a la menor.

 

Dos manos acarician, alisan

las tiernas y suntuosas cabecitas.

Dos manos, y una noche,

una resultó inútil.

 

Cabellos claros, fino cuello,

diente de león en el tallo.

Aún no puedo comprender

que mi niña yace bajo tierra.

 

Semana de Pascua de 1920

 ***

Tomado de: Campamentos de cisnes. Versos a Block. Poesía elegíaca. Traducción, prólogo y notas de Jesús García Gabaldón. Medellín: Sílaba Editores, Samsa Ediciones, 2020.

PARA ESENIN

Hermano de la desgracia cantada,

te envidio.

Aunque sólo sea porque cumpliste una cosa:

¡morir en una habitación aparte!

¿Con cuántos años? ¿Con cien?

Mi sueño de cada día.

 

Ni en lamento: vivió poco,

ni el pesar: dio poco.

Vivió mucho: para nuestros

días; dio todo, quien cantó.

 

Vivir (claro está, no es más nuevo

que morir) a pesar de las venas.

Los ganchos de los techos

están para algo.

Comienzos de enero de 1926

***

Tomado de: Campamentos de cisnes. Versos a Block. Poesía elegíaca. Traducción, prólogo y notas de Jesús García Gabaldón Medellín: Sílaba Editores, Samsa Ediciones, 2020.

Por su alma romántica e insumisa logró escabullirse de los encargos sociales que la forzaban a cumplir con el rol convencional de mujer objeto, posesión, esclava del amor. Gertrudis Gómez de Avellaneda pudo zafarse de relaciones asfixiantes para hacer una carrera literaria en España y utilizó como seudónimo La peregrina. Fue reconocida como la primera poetisa del “Parnaso español”, aunque nunca fue admitida en la Real Academia de la Lengua por ser mujer….

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Sobre Gertrudis Gómez de Avellaneda

Por su alma romántica e insumisa logró escabullirse de los encargos sociales que la forzaban a cumplir con el rol convencional de mujer objeto, posesión, esclava del amor. Gertrudis Gómez de Avellaneda pudo zafarse de relaciones asfixiantes para hacer una carrera literaria en España y utilizó como seudónimo La peregrina. Fue reconocida como la primera poetisa del “Parnaso español”, aunque nunca fue admitida en la Real Academia de la Lengua por ser mujer. Con sus poemas de estilo clásico, sus novelas y sus obras dramáticas expresó críticas sobre la situación de inequidad y sometimiento de las mujeres, y puso en tela de juicio la cultura de los barbados.

Escribe elegías, odas a personajes de la época, aborda temas históricos. Otros poemas suyos son mordaces y jocosos. En “El porqué de la inconstancia” le da a un amigo esa bella lección sobre el alma humana en la que se distancia de los prejuicios sobre la naturaleza femenina. En otros poemas deja bien claro que no cree en amores eternos, define su autonomía como mujer, interpela al destino y se muestra altiva, exaltando su condición de escritora.

Tula, así la llamaban cariñosamente los cubanos, fue considerada por José Martí una de las mejores poetisas cubanas de todos los tiempos. En la reseña al libro “Poetisas americanas” que escribiera en 1875, dice de ella: «No hay mujer en Gertrudis Gómez de Avellaneda; todo anunciaba en ella un ánimo potente y varonil; era su cuerpo alto y robusto, como su poesía ruda y enérgica…». Es claro que Tula rompía todos los estereotipos. Seguramente habría respondido con sarcasmo esta opinión prejuiciosa del «Apóstol de la independencia» cubana, pero para ese momento llevaba dos años morando «la paz de la muerte… verdadera»

Amemos, pues, nuestra mansión futura,

única que tenemos duradera

¡Que ilusión de la vida es la ventura,

mas la paz de la muerte es verdadera!

EL POR QUÉ DE LA INCONSTANCIA

A mi amigo…

 

Contra mi sexo te ensañas

Y de inconstante lo acusas;

Quizá porque así te excusas

De recibir cargo igual.

    Mejor obrarás si emprendes

Analizar en ti mismo

Del alma humana el abismo,

Buscando el foco del mal.

 

   Proclamas que las mujeres

(Cual dijo no sé quién antes),

Piensan amar sus amantes

Cuando aman sólo al amor;

   Que el vago ardor del deseo

Se agita constante en ellas;

Mas pasa sin dejar huellas

Su preferencia mayor.

 

   ¡Ay, amigo! no te niego

Verdad que tan sólo prueba

Que son las hijas de Eva

Como los hijos de Adán.

   A entrambos el daño vino

De la funesta manzana,

Y a toda la raza humana

Sus tristes efectos van.

 

   ¡Mísera raza!… su mengua

Sufre, pero no la entiende;

Y aún sueña y hallar pretende

Bienes que torpe perdió.

   Tras ellos ciega se lanza,

Girando en vértigo insano…

Mas nunca su empeño vano

Ni aun en sombra los gozó.

 

   Amor pide, dicha busca,

Y a esperar loca se atreve

Que en vaso corrupto y breve

Apague el alma su sed;

   Pero ella su afán inmenso

Siente perenne, profundo,

Y rompe lazos del mundo

Como el águila la red.

 

   En balde en la extraña lucha

De su cansancio y su anhelo

Le agrada tomar el velo

Que la presenta el error,

   Y en los pálidos fantasmas,

-Que agranda ilusa ella sola

Se finge ver la aurëola

De la dicha y del amor.

 

   ¡Resbala pronto la venda!

¡Resbala y ve -con despecho-

Que vuela, en humo deshecho,

El fulgor de su ilusión!

   Pues no cabe en ser que piensa

Que eterno el engaño sea

Aunque inmortal es la idea

Que seduce al corazón.

 

   No es, no, flaqueza en nosotros,

Sí indicio de altos destinos,

Que aquellos bienes divinos

Nos sirvan de eterno imán,

   Y que el alma no los halle,

-Por más que activa se mueva

Ni tú en las hijas de Eva,

Ni yo en los hijos de Adán.

 

   Unas y otros nos quedamos

De lo ideal a distancia,

Y en todos es la inconstancia

Constante anhelo del bien.

   ¡De amor y dicha tenemos

Sólo un recuerdo nublado;

Pues su goce fue enterrado

Bajo el árbol del edén!

 

   Jamás ¡oh amigo! ventura

Ni amor eterno hallaremos…

Pero ¿qué importa? ¡esperemos!

Porque es vivir esperar;

   Y aquí -do todo nos habla

De pequeñez y mudanza

Sólo es grande la esperanza

Y perenne el desear.

***

Tomado de: Antología poética / Gertrudis Gómez de Avellaneda. Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2000. Edición digital a partir de Obras literarias, dramáticas y poéticas, Madrid, Rivadeneyra, 1869-1871. Disponible en: http://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmcrv0h9

ROMANCE

Contestando a otro de una señorita

 

   No soy maga ni sirena,

Ni querub ni pitonisa,

Como en tus versos galanos

Me llamas hoy, bella niña.

    Gertrudis tengo por nombre,

Cual recibido en la pila;

Me dice Tula mi madre,

Y mis amigos la imitan.

   Prescinde, pues, te lo ruego,

De las Safos y Corinas,

Y simplemente me nombra

Gertrudis, Tula o amiga.

   Amiga, sí; que aunque tanto

Contra tu sexo te indignas,

Y de maligno lo acusas

Y de envidioso lo tildas,

   En mí pretendo probarte

Que hay en almas femeninas,

Para lo hermoso entusiasmo,

Para lo bueno justicia.

   Naturaleza madrastra

No fue (lo ves en ti misma)

Con la mitad de la especie

Que la razón ilumina.

   No son las fuerzas corpóreas

De las del alma medida,

No se encumbra el pensamiento

Por el vigor de las fibras.

   Perdona, pues, si no acato

Aquel fallo que me intimas;

Como no acepto el elogio

En que lo envuelves benigna.

   No, no aliento ambición noble,

Como engañada imaginas,

De que en páginas de gloria

Mi humilde nombre se escriba.

   Canto como canta el ave,

Como las ramas se agitan,

Como las fuentes murmuran,

Como las auras suspiran.

   Canto porque al cielo plugo

Darme el estro que me anima;

Como dio brillo a los astros,

Como dio al orbe armonías.

   Canto porque hay en mi pecho

Secretas cuerdas que vibran

A cada afecto del alma,

A cada azar de la vida.

   Canto porque hay luz y sombras,

Porque hay pesar y alegría,

Porque hay temor y esperanza,

Porque hay amor y hay perfidia.

   Canto porque existo y siento,

Porque lo bello me admira,

Porque lo bello me encanta,

Porque lo malo me irrita.

   Canto porque ve mi mente

Concordancias infinitas,

Y placeres misteriosos,

Y verdades escondidas.

   Canto porque hay en los seres

Sus condiciones precisas:

Corre el agua, vuela el ave,

Silba el viento, y el sol brilla.

   Canto sin saber yo propia

Lo que el canto significa,

Y si al mundo, que lo escucha,

Asombro o lástima inspira.

   El ruiseñor no ambiciona

Que lo aplaudan cuando trina

Latidos son de su seno

Sus nocturnas melodías.

   Modera, pues, tu alabanza,

Y de mi frente retira

La inmarchitable corona

Que tu amor me pronostica.

   Premiando nobles esfuerzos,

Sienes más heroicas ciña;

Que yo al cantar solo cumplo

La condición de mi vida.

***

Tomado de: Antología poética / Gertrudis Gómez de Avellaneda. Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2000. Edición digital a partir de Obras literarias, dramáticas y poéticas, Madrid, Rivadeneyra, 1869-1871. Disponible en: http://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmcrv0h9

 

AL DESTINO

Escrito estaba, sí: se rompe en vano

Una vez y otra la fatal cadena,

Y mi vigor por recobrar me afano.

Escrito estaba: el cielo me condena

A tornar siempre al cautiverio rudo, 

      Y yo obediente acudo,

      Restaurando eslabones

Que cada vez más rígidos me oprimen;

Pues del yugo fatal no me redimen

De mi altivez postreras convulsiones.

 

       ¡Heme aquí! ¡Tuya soy! ¡Dispón, destino,

De tu víctima dócil! Yo me entrego

Cual hoja seca al raudo torbellino

      Que la arrebata ciego.

   ¡Tuya soy! ¡Heme aquí! ¡Todo lo puedes!

Tu capricho es mi ley: sacia tu saña…

Pero sabe, ¡oh cruel!, que no me engaña

La sonrisa falaz que hoy me concedes.

 

***

Tomado de: Antología poética / Gertrudis Gómez de Avellaneda. Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2000. Edición digital a partir de Obras literarias, dramáticas y poéticas, Madrid, Rivadeneyra, 1869-1871. Disponible en: http://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmcrv0h9

 

A****

 

   No existe lazo ya: todo está roto:

plúgole al cielo así: ¡bendito sea!

Amargo cáliz con placer agoto:

mi alma reposa al fin: nada desea.

 

   Te amé, no te amo ya; piénsolo al menos.

¡Nunca, si fuere error, la verdad mire!

Que tantos años de amarguras llenos

trague el olvido; el corazón respire.

 

   Lo has destrozado sin piedad: mi orgullo

una vez y otra vez pisaste insano…

mas nunca el labio exhalará un murmullo

para acusar tu proceder tirano.

 

   De graves faltas vengador terrible,

dócil llenaste tu misión: ¿lo ignoras?

No era tuyo el poder que irresistible

postró ante ti mis fuerzas vencedoras.

 

   ¡Quísolo Dios y fue: gloria a su nombre!

Todo se terminó: recobro aliento.

¡Ángel de las venganzas! ya eres hombre…

ni amor ni miedo al contemplarte siento.

 

   Cayó tu cetro, se embotó tu espada…

Mas ¡ay! ¡Cuán triste libertad respiro!

Hice un mundo de ti, que hoy se anonada,

y en honda y vasta soledad me miro.

 

   ¡Vive dichoso tú! Si en algún día

ves este adiós que te dirijo eterno,

sabe que aún tienes en el alma mía

generoso perdón, cariño tierno.

 

***

Tomado de: Antología poética / Gertrudis Gómez de Avellaneda. Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2000. Edición digital a partir de Obras literarias, dramáticas y poéticas, Madrid, Rivadeneyra, 1869-1871. Disponible en: http://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmcrv0h9

 

Se ha dicho que Rosario Castellanos fue la primera escritora profesional mexicana. Sin embargo, saltan de inmediato las dudas porque ya es sabido que sobre las mujeres escritoras pesan y se interponen las largas sombras del anonimato. Rosario amasó su resplandor y su luz incesante con un trabajo acucioso, inteligente y reposado. Poeta, novelista, cuentista, ensayista, dramaturga, crítica literaria, traductora… lúcida y aguda, perfilando el lugar de la escritura de las mujeres, así como los derechos de sus contemporáneas en el campo de la educación y en la política….

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Sobre Rosario Castellanos

Se ha dicho que Rosario Castellanos fue la primera escritora profesional mexicana. Sin embargo, saltan de inmediato las dudas porque ya es sabido que sobre las mujeres escritoras pesan y se interponen las largas sombras del anonimato. Rosario amasó su resplandor y su luz incesante con un trabajo acucioso, inteligente y reposado. Poeta, novelista, cuentista, ensayista, dramaturga, crítica literaria, traductora… lúcida y aguda, perfilando el lugar de la escritura de las mujeres, así como los derechos de sus contemporáneas en el campo de la educación y en la política.

Su obra poética es profusa, llena de preguntas, de reflexiones y evaluaciones del mundo. En ella pone acentos en la condición femenina, se expone con su historia, con su «linaje». Es crítica con el papel que han tenido las mujeres como musas o personajes de la literatura. Es memorable el poema en el que cuestiona aquel famoso «poesía eres tú» de Bécquer, con el que las niñas del siglo XIX se sonrojaban de contento. Rosario dice: «Poesía no eres tú» y apuesta por el equilibrio, la pareja, la voz, «reclama el oído del que escucha». Así también son célebres sus bellos poemas de desamor, como “Ajedrez”, “Desamor” o “Celestina”:

Desconfía del que ama: tiene hambre,

no quiere más que devorar.

Busca la compañía de los hartos.

Ésos son los que dan.

Rosario escudriña, registra, expone, argumenta y sorprende con finales inesperados, con acentos líricos, hondos, dolorosos: «Si nos duele la vida, si cada día llega/ desgarrando la entraña, si cada noche cae/ convulsa, asesinada».

La muerte la asaltó del modo más absurdo. Justamente en forma de luz. El poeta Jaime Sabines le escribió este “Recado”: «Solo una tonta podía dedicar su vida a la soledad y al amor./ Solo una tonta podía morirse al tocar una lámpara,/ si lámpara encendida,/ desperdiciada lámpara de día eras tú.»

RECORDATORIO

Obedecí, señores, las consignas.

 

Hice la reverencia de la entrada,

bailé los bailes de la adolescente

y me senté a aguardar el arribo del príncipe.

 

Se me acercaron unos con ese gesto astuto

y suficiente, del chalán de feria;

otros me sopesaron

para fijar el monto de mi dote

y alguien se fio del tacto de sus dedos

y así saber la urdimbre de mi entraña.

 

Hubo un intermediario entre mi cuerpo y yo,

un intérprete -Adán, que me dio el nombre

de mujer, que hoy ostento-

trazando en el espacio la figura

de un delta bifurcándose.

 

Ah, destino, destino.

 

He pagado el tributo de mi especie

pues di a la tierra, al mundo, esa criatura

en que se glorifica y se sustenta.

 

Es tiempo de acercarse a las orillas,

de volver a los patios interiores,

de apagar las antorchas

porque ya la tarea ha sido terminada.

 

Sin embargo, yo aún permanezco en mi sitio.

 

Señores, ¿no olvidasteis

dictar la orden de que me retire?

***

Tomado de: “Poesía no eres tú. Obra poética (1948-1971)”. Fondo de Cultura Económica, México, 2004.

ORACIÓN DEL INDIO

El indio sube al templo tambaleándose.

ebrio de sus sollozos como de un alcohol fuerte.

Se para frente a Dios a exprimir su miseria

y grita con un grito de animal acosado

y golpea entre sus puños su cabeza.

 

El borbotón de sangre que sale por su boca

deja su cuerpo quieto.

 

Se tiene, se abandona, duerme en el mismo suelo

con la juncia y respira

el aire de la cera y del incienso.

 

Repose largamente

tu inocencia de manos que no crucificaron.

Repose tu confianza

reclinada en el brazo del Amor

como un pequeño pueblo en una cordillera.

***

Tomado de: “Poesía no eres tú. Obra poética (1948-1971)”. Fondo de Cultura Económica, México, 2004.

MEDITACIÓN EN EL UMBRAL

No, no es la solución

tirarse bajo un tren como la Ana de Tolstoi

ni apurar el arsénico de Madame Bovary

ni aguardar en los páramos de Ávila la visita

del ángel con venablo

antes de liarse el manto a la cabeza

y comenzar a actuar.

 

No concluir las leyes geométricas, contando

las vigas de la celda de castigo

como lo hizo Sor Juana. No es la solución

escribir, mientras llegan las visitas,

en la sala de estar de la familia Austen,

ni encerrarse en el ático

de alguna residencia de la Nueva Inglaterra

y soñar, con la Biblia de los Dickinson,

debajo de una almohada de soltera.

 

Debe haber otro modo que no se llame Safo

ni Mesalina ni María Egipciaca

ni Magdalena ni Clemencia Isaura.

 

Otro modo de ser humano y libre.

 

Otro modo de ser.

***

Tomado de: “Poesía no eres tú. Obra poética (1948-1971)”. Fondo de Cultura Económica, México, 2004.

PASAPORTE

¿Mujer de ideas? No, nunca he tenido una.

Jamás repetí otras (por pudor o por fallas nemotécnicas).

¿Mujer de acción? Tampoco.

Basta mirar la talla de mis pies y mis manos.

 

Mujer, pues, de palabra. No, de palabra no.

Pero sí de palabras,

muchas, contradictorias, ay, insignificantes,

sonido puro, vacuo cernido de arabescos,

jugo de salón, chisme, espuma, olvido.

 

Pero si es necesaria una definición

para el papel de identidad, apunte

que soy mujer de buenas intenciones

que he pavimentado

un camino directo y fácil al infierno.

***

Tomado de: “Poesía no eres tú. Obra poética (1948-1971)”. Fondo de Cultura Económica, México, 2004.

 

Esta imagen corresponde al “Sueño” de Rosa Tavárez [1939] dominicana, nacida en Santiago de los Caballeros.