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por Ana Isabel Herrera Flórez

“Esa fue la despedida que nos dieron los militares del BIM que en forma salvaje habían irrumpido en la intimidad de nuestra vida amparados en el Estatuto de Seguridad de la época.

Llegaron hacia las cinco de la mañana, hora en la que comenzaba la actividad en las Residencias 10 de mayo que incluía alistar los niños y prepararnos para asistir a clase de siete.  Unos ruidos extraños precedieron su llegada…”

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Los hechos descritos en este relato se remiten a la época del gobierno de Julio César Turbay Ayala y en el marco de su “Estatuto de Seguridad” que era una norma que autorizaba a hacer detenciones arbitrarias, allanamientos, desapariciones, consejos de guerra, y en general violaciones a los derechos humanos. Ella nos describe momentos de verdadero terror, vividos dentro de las residencias estudiantiles 10 de mayo.

Foto: Residencias Universitarias “10 de mayo”. Universidad Nacional de Colombia, Bogotá.

DIJERON QUE VOLVERÍAN Y VOLVIERON [Por Ana Isabel Herrera Flórez]

Esa fue la despedida que nos dieron los militares del BIM que en forma salvaje habían irrumpido en la intimidad de nuestra vida amparados en el Estatuto de Seguridad de la época.

Llegaron hacia las cinco de la mañana, hora en la que comenzaba la actividad en las Residencias 10 de mayo que incluía alistar los niños y prepararnos para asistir a clase de siete.  Unos ruidos extraños precedieron su llegada. Con sigilo, se ubicaron rápidamente a lo largo del tercer piso para llevar a cabo la operación de inteligencia que según ellos daría con los asesinos del exministro Rafael Pardo Buelvas. Nosotros vivíamos en el apartamento 307 que quedaba justamente al lado del ascensor lo que facilitaría el ingreso de cerca de 50 hombres entre militares y tiras (espías encubiertos).

Comenzaron golpeando la puerta con sus ametralladoras y cuando mi hermana (Q.E.P.D.) que vivía con nosotros (mis bebés, mi esposo y yo) abrió la empujaron con sus armas y comenzaron la operación. Esculcaron los closets, los desocuparon en forma violenta y se llevaron todo tipo de papelería que pudiera determinar nuestra participación en el asesinato de Pardo Buelvas. Mi esposo tenía una fotocopia de la cédula que debía entregar para las prácticas y eso los hizo pensar que era parte de la organización a la que se le atribuía el hecho.  Antes de finalizar el allanamiento hicieron ingresar a un tira que procedió al reconocimiento facial de mi compañero. En ese momento solicité permiso de salir al baño que quedaba afuera en el corredor pude observar que estaba lleno de militares y varios hombres de civil entre quienes reconocí a un compañero de semestre. Después de esto no regresó a la Universidad. Simultáneamente allanaban el apartamento 305 en donde vivía una pareja conformada por dos compañeros de ingeniería química.

A las seis de la mañana todos los residentes ya estaban enterados de la situación y se programó una asamblea para esa misma noche. A las 2 de la mañana la Asamblea determinó que no permitiríamos otro allanamiento y organizamos turnos para vigilar el edificio en caso de que regresaran.

Y regresaron. Al tercer día. Pero esta vez ya estábamos preparados. Cuando llegaron se intentó impedirles la entrada y se armó una batalla campal ya que quienes vigilaban desde los voladizos de los pisos superiores comenzaron a lanzar piedras y todo tipo de objetos con el fin de obligarlos a retroceder… Sin embargo, entraron. La compañía de vigilancia que hace poco había llegado y que no pertenecía a la Universidad les abrió las puertas de par en par.

El segundo y tercer piso quedó a merced de los gases y agresiones de los militares que ese día detuvieron a la compañera del 303 que estaba en el octavo mes de embarazo y cuyo esposo había sido detenido en Tunja acusado de ser integrante del movimiento ADO.  Posteriormente fueron dejados en libertad al no comprobarse su participación en los hechos mencionados.

Curiosamente la compañera del 303 tenía mi nombre y con el tiempo descubrí que tal vez por eso el primer allanamiento se hizo a mi apartamento el 307. Nuestros vecinos del 305 estudiaban Ingeniería Química.

Estos hechos se dieron en el marco del Estatuto de Seguridad del gobierno de Turbay Ayala que se caracterizó por torturas, desapariciones, violaciones a los derechos humanos y los famosos Y controvertidos Consejos de Guerra.

Justamente los estudiantes que habían participado en el asesinato de Pardo Buelvas fueron sometidos a un Consejo de Guerra en donde “confesaron” que todo se había planeado en unas residencias universitarias.

Foto: “Según Turbay, el Estatuto buscaba enfrentar al “enemigo interno” que amenazaba la seguridad nacional”.

Archivo El Espectador. Tomado de: https://www.elespectador.com/colombia-20/paz-y-memoria/cuando-la-seguridad-fue-la-excusa-para-el-abuso-oficial-article/ Publicado el 5 de septiembre de 2018.